Los árboles juegan un papel esencial en la lucha contra la contaminación en las ciudades. Compostela cuenta múltiples espacios verdes de características muy diversas, desde parques, jardines hasta entornos forestales que transforman la capital gallega con el paso de las estaciones.

Árboles singulares, Áreas de Especial Interés Paisajístico, MUCHO POR DESCUBRIR en una ciudad que cuenta con unos 52 m2 de superficie verde por habitante, lo que la sitúa muy por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (15 m2).

PEFC trabaja activamente para concienciar sobre la importancia de los árboles en la vida de las ciudades y su adecuada planificación.

¿Qué saber?

LOS ÁRBOLES Y LOS BOSQUES URBANOS actúan como filtros de aire y agua, eliminando los contaminantes nocivos, almacenan carbono y contribuyen a mejorar el clima local.

Constituyen el hábitat de gran cantidad de plantas y animales, y ayudan a mantener y aumentar la biodiversidad. También reducen la contaminación acústica.

La disponibilidad de zonas verdes fomenta estilos de vida activos y saludables, mejoran la salud mental, previenen enfermedades y facilitan la relación entre las personas.

Estos, entre otros muchos, son algunos de los beneficios que generan en la vida de más de la mitad de la población mundial, que vive en las ciudades y áreas metropolitanas. Estas ocupan tan sólo un 3% de la superficie de la Terra pero representan alrededor del 70% de las emisiones de carbono mundiales y consumen más del 60% de los recursos. Se espera que en el año 2030 el 60% de la población viva en metrópolis (ONU).

¿Qué ver?

Compostela cuenta con múltiples espacios verdes de características muy diversas. Aquí puedes consultar el patrimonio natural de Santiago de Compostela; y aquí, una estimación de la distancia y tiempo de desplazamiento a pie entre ellas.

Te invitamos a conocer más a fondo dos de esos espacios:

Monte Pedroso

Parque de la Alameda

Paisaxe Santiago de Compostela

O Pedroso

El Monte Pedroso se alza a unos 3km al Oeste de Compostela y cuenta con una superficie de 106 hectáreas, de las que 85 están arboladas. Está catalogado como ÁREA DE ESPECIAL INTERÉS PAISAJÍSTICO (AEIP) dentro del Catálogo de los Paisajes de Galicia, y en él encontrarás castaños, robles o abedules, especies propias del bosque atlántico.

Si te gustan los parques urbanos, acércate hasta A Granxa do Xesto. Allí encontrarás una cafetería, un parque infantil y rutas de senderismo que ascienden a la cumbre del Pedroso, desde donde podrás disfrutar de una visión panorámica de la ciudad. Los robles, castaños, pinos y abedules son las especies más comunes en el parque, si bien también hay algún ejemplar de tejo, avellano, espino y cedro de California. El agua brota de los manantiales creando pequeñas lagunas donde crecen gran variedad de herbáceas, lenteja de agua (Lemns sp), bacaladilla amarilla (Iris pseudocorus), helecho real (Phargmites australis), nenúfar blanco (Nymphaea alba) y arbustos como el tojo (Ulex europaeus), retama negra (Cytisus scoparius), retama blanca (Genista florida), rosales silvestres (Rosa sp) y varias especies de brezos (Erica sp).

Pero si prefieres un entorno más rural, acércate hasta A Selva Negra. Se trata de un parque forestal con una vegetación muy frondosa, como indica su nombre. Fue creado en el s. XVII por los vecinos de Marrozos, Aríns y O Eixo, por orden del Ayuntamiento de Santiago y del Convento de Santa Clara, propietarios de los terrenos. El predio tiene una extensión de 22ha y en él se plantaron robles, abedules, sauces, alisos, avellanos, alcornoques, laureles y pinos, y frutales como manzanos, perales, melocotoneros y ciruelos; desde el Mirador do Alto puedes observarlos. Junto al arbolado, también había tierras de labranza y pastoreo; por eso se delimitó con un vallado toda la parcela.

A Alameda

En la Alameda, encontrarás muchos árboles significativos incluidos en el CATÁLOGO GALLEGO DE ÁRBOLES SINGULARES. Si quieres conocer los árboles y arbustos, sus nombres comunes y científicos, su tipología, origen, distribución y su localización, presione aquí. Sino, en tu paseo encontrarás placas explicativas en distintos idiomas, incluido el braille.

La historia de este parque está estrechamente vinculada a la de la ciudad. Los orígenes de la Alameda se sitúan en el s. XII, cuando Diego Xelmírez (el primer arzobispo de Compostela y el gran impulsor de la catedral y de la peregrinación xacobea) mandó enterrar los restos de Santa Susana en una capilla emplazada en el Outeiro dos Poldros. Este coto se localizaba a escasa distancia de la ciudad medieval, pero fuera del recinto amurallado. Sin embargo, con el tiempo, la Alameda se convirtió en el nexo entre las distintas zonas de la ciudad: el Casco Histórico, el Ensanche y el Campus Universitario.

La capilla románica sufrió distintas remodelaciones a lo largo del tiempo, y también su entorno. La zona se pobló con 300 robles y de ahí su denominación como Carballeira de Santa Susana. Como en todas las carballeiras gallegas, allí se celebraban las romerías, pero también todas aquellas actividades que no eran bien acogidas dentro de la muralla, como la venta de ganado, un uso que se mantuvo hasta 1971.

En el s. XIX se pusieron en marcha distintos proyectos que tenían como objetivo ampliar este lugar de esparcimiento urbano y que moldearon el espacio hasta darle su configuración actual.

El Paseo Central comienza a construirse en 1835 en paralelo a la vía que comunicaba Compostela con la ciudad de Pontevedra (la actual Avenida de Juan Carlos I). En él se diferencian 3 calles, separadas entre sí por arbolado (camelias, tilos y plátanos) y bancos de fundición de la emblemática fábrica de Sargadelos, símbolo de la identidad gallega. Cada calle era empleada por una clase social: a la derecha las clases pobres, en el centro los adinerados y en la izquierda el clero y los catedráticos.

Los jardines se configuran geométricamente, albergando distintas construcciones, como un estanque o un quiosco de la música. Entre el arbolado, destaca un ejemplar de sequoia y una magnolia, así como ejemplares conmemorativos de diversos hechos y procedentes de donaciones, con su respectiva placa explicativa.

El Paseo da Ferradura completa el diseño de la Alameda. Recibe su nombre por su forma, ya que rodea la Carballeira de Santa Susana por el E, N y O. Por el E discurre el Paseo de los Leones, flanqueado por varias hileras de robles y con las mejores vistas a la catedral. Por el O, el Paseo de las Letras Gallegas se comunica a través de una gran escalinata con el campus universitario, otra de las grandes zonas verdes de la ciudad. En esta zona se encuentran algunos árboles destacados, como ‘La Perona’, ligada a la visita de Eva Duarte de Perón a Santiago, algunos cipreses de Lawson, abetos del Cáucaso, cedros o palmeras canarias, entre otros. Finalmente, en el Paseo de Bóveda (así llamado en honor a uno de los mecenas de la obra) se localiza el Banco de los Enamorados, que por su forma cóncava posibilita que dos personas se escuchen con claridad a pesar de encontrarse a 14 m de distancia, cada uno sentado en un extremo. Son muchos los que aún se sientan a comprobar el efecto acústico.

En la Alameda se localizan además gran cantidad de esculturas y monumentos. La actual escuela infantil Santa Susana, recién reformada empleando como elemento principal a madera, es uno de los edificios más destacados del parque, construido para la Exposición Regional Gallega de 1909, pero quizás, uno de los elementos más populares de la Alameda es la escultura de las “Dos en punto” o “De las Marías”. Se instaló en el año 1994 para recordar a las hermanas Maruxa y Coralia Fandiño Ricart, fallecidas en la década anterior. Eran hijas de una costurera y un zapatero y hermanos de militantes de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), una entidad anarcosindicalista perseguida por el franquismo. Con sus hermanos huidos, ellas fueron objeto de todo tipo de violencia y presiones por parte de las fuerzas de la orden; y como gesto de rebeldía y libertad, salían todos los días a pasear por la ciudad a las dos en punto del mediodía; cada jornada, con un atuendo diferente y lleno de color, fumando y mismo diciéndole piropos a los hombres, lo que estaba muy mal visto en la sociedad de aquel entonces. Gracias a una colecta popular, descansan juntas en el camposanto de Boisaca.

Coralia (izquierda) y Maruxa (derecha).

La madera de la Catedral

Entre los muchos valores que alberga la Catedral, se encuentra un importante patrimonio cultural en madera. Para contribuir a su conservación, el Centro de Innovación y Servicios Tecnológicos de la Madera de Galicia (CIS-Madera) de la Axencia Galega da Industria Forestal – XERA y la Fundación Catedral firmaron un acuerdo de colaboración que contemplaba el asesoramiento de aspectos relacionados con la diagnosis, recuperación de estructuras y recomendaciones de diseño constructivo, entre otros.

Los resultados permitieron mantener numerosos elementos originales como los yugos de roble de las campanas inspeccionadas, que continúan cumpliendo su función más de tres siglos después de ser erigidos.

En otros casos, como en las cubiertas absidales, la madera estructural de castaño sustituyó las cubiertas existentes realizadas con otros materiales, y que presentaban numerosos problemas de infiltraciones.

De especial interés fue el diagnóstico de la estructura del baldaquino que descubrió un importante problema de consideración estructural que pudo ser reparado.

Fuente: XERA, Axencia Galega da Industria Forestal.

Algunas de estas actuaciones fueron presentadas en el Congreso Lignomad – Red para el impulso de la madera y otros materiales lignocelulósicos en el sector de la construcción (relatorio), y la Televisión de Galicia mostró en el programa «Descubrindo a Catedral de Santiago» el resultado de la restauración realizada.

A lo largo del tu Camino podrás comprobar la relación con otros puntos como en el Castillo de San Carlos (Finisterre), y te contaremos la importancia del sector forestal y la madera en la construcción, entre otros.

Curtidurías

La fábrica de curtidos de Ponte Sarela

En tu Camino descubrirás el papel que juegan los árboles en sectores tan diversos como el textil, el pesquero o la construcción, entre otros. 

En el núcleo de Puente Sarela, verás los restos de una fábrica de curtidos, hoy parcialmente restaurada para uso residencial. Descubre con nosotros la relación de los bosques con el proceso de curtido.

* No acondicionada para visitas; las ruínas se ven desde el Camino.

Compostela, Allariz o Noia fueron algunos de los principales focos de la industria del cuero en Galicia, pero prácticamente en todas las parroquias había una curtiduría. Habitualmente, en estas curtidurías locales no se desarrollaban todas las fases del proceso de curtido, sino que se complementaban entre sí. Es en la primera mitad del s. XVIII cuando este modelo cambia, dando paso a las fábricas de capital privado, con trabajadores asalariados, en las que se centraliza todo el proceso. A principios del s. XIX, en Compostela se registraban 25 establecimientos; todos ellos localizados en la periferia de la ciudad debido a los malos olores que genera esta actividad. Esta fábrica en concreto se construyó en 1790 y estuvo activa hasta 1959.

En las curtidurías se fabricaban pergaminos para escribir, pellejos para almacenar líquidos, el fuelle de las gaitas, las cinchas de los arneses del ganado, las alforjas, piezas de vestir (como cinto, chalecos, guantes o calzado) y mismo las correas de transmisión de la primera maquinaria. 

Inicialmente, las pieles provenían de los mataderos locales, pero con el tiempo empezaron a llegar de América a través del puerto de A Coruña (una media de 24.000 cueros anuales). Mayoritariamente, se empleaban pieles de vaca o ternera, pero también de oveja o ternero.

En esta fábrica en concreto se produjeron sobre todo suelas, empeines y cañas para todo tipo de calzado, a partir de piel de vaca o ternera.

En el proceso de curtido era esencial disponer de agua, de ahí que las fábricas se localicen siempre en las riberas de los ríos (en este caso, el Sarela). También se localizan cerca del monte, donde se aprovisionan de la corteza de roble y castaño necesaria en el proceso de curtido. Con el incremento de la demanda, la materia prima de los montes locales resultó insuficiente, lo que derivó en un comercio a escala gallega.

En el proceso de curtido, primero había que eliminar los restos adheridos: las pieles se limpiaban en el río, se metían en cal y se rasuraba el pelo con unas cuchillas. Después, se sumergían en pilas que contenían una mezcla diferente de agua y líquido acidulante, durante 4 o 6 meses, y separadas entre sí por corteza de castaño o roble. En la primera pila se colocaban con la parte que tuvo pelo hacia abajo, y en la segunda, hacia arriba. Finalmente, se secaban al aire y se mazaban para homogeneizar la pieza. El proceso continuaba en el caso de los cueros blandos (oveja y ternero), untándoles aceite de sardina para ablandarlos.

El empleo de corteza de roble y castaño se justifica por la concentración de taninos, un elemento químico que favorece la unión de las moléculas de colágeno de la piel, aportándole dureza (es decir, la curte). Para facilitar el proceso, la cáscara se pulverizaba en los llamados molinos de corteza, consistentes en un muro circular de 30-40cm de alto y de 3-4 m de diámetro, alrededor del que un animal hacía rotar una rueda de cantería que iba aplastando la corteza depositada en el interior del límite. Se necesitaban unos 5kg de corteza por cada Kg de piel. A finales del s. XIX empezaron a emplearse taninos artificiales y otros métodos de curtido (como el cromo), que reducían el tiempo de trabajo; mientras el curtido de una pieza de suela por el sistema tradicional precisaba de unos 410 días, con los nuevos sistemas era suficiente con 180.

Las fábricas de cueros aprovechaban todos los desechos del proceso y los vendían: la corteza ya usada y seca para las lareiras; los restos de la carnaza para hacer la cola para los carpinteros y para las fábricas de papel; y el pelo desprendido de las pieles para la fabricación de cepillos y brochas.

El Papel de PEFC

PEFC trabaja activamente para concienciar sobre la importancia de los árboles y bosques en la vida de las ciudades. Una planificación de la gestión de los espacios verdes urbanos a corto, medio y largo plazo es fundamental para poder aplicar criterios ambientales, sociales y económicos. De esta forma se podrá garantizar que las ciudades más verdes contribuyen a la mitigación del cambio climático, a la salud de la población y a otros muchos beneficios.

PEFC en su Norma PEFC ST 1003:2018 Gestión Forestal Sostenible, proporciona la interpretación para desarrollar requisitos regionales, nacionales y subnacionales y normas aplicables a Árboles Fuera de los Bosques (TOF- Trees  outside  Forests).

Existe una rica diversidad global de sistemas TOF. Algunos son ecosistemas naturales o seminaturais con complejidad ecológica y servicios ecosistémicos equivalentes a los bosques naturales. En el otro extremo del espectro son árboles individuales en campos o formaciones arbóreas lineales. Por eso PEFC establece diferentes requisitos, categorías, umbrales y criterios para distinguir objetivamente entre diferentes sistemas TOF.

El sello PEFC ayuda a dar cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 a través de los modelos de gestión sostenible, desde una óptica ambiental, social y económica, visibilizando a su vez, el papel de los bosques y del sector forestal en la bioeconomía circular.

Iniciativa promovida por el programa “O teu Xacobeo” de la Xunta de Galicia